Ken Follett

En la boca del dragón

Quede claro que Priest se había regenerado.
Con un historial que pasaba de delincuente juvenil a delincuente financiero, había descubierto su dimensión más humana en una comuna dedicada al cultivo de vides y la fabricación de vino.
Priest era feliz. Pero su dicha se iba a ver trastornada por el gobierno de California , que iba a expulsarle, a él y  su gente, de sus tierras para construir una presa.
Su atávico odio a la autoridad, su viejo espíritu de luchador y algunas afortunadas relaciones le ayudaron a encontrar la solución: robar un vibrador sísmico, artilugio usado para explosiones geológicas, y amenazar al gobierno con provocar terremotos si no suspende la construcción de centrales eléctricas.
Poco después, un seísmo de poca intensidad pone manifiesto la seriedad de la amenaza.
Entonces entra en escena el FBI; casi sin pistas, la agente Judy Maddox emprende una agónica carrera contra Priest y sus seguidores.
Una carrera cuyo resultado será la supervivencia del viñedo de la comuna . . . o la destrucción de California.